6 cuerdas, 7 notas, 29 letras, Okinawa y una esfera.
La guitarra, la música, la literatura, el kárate y una pelota de fútbol.
Literalmente esos 5 elementos me salvaron en la adolescencia.
Episodio 28
Los adolescentes son sujetos apasionados con cada cosa en la que se focalizan.
Se enamoran con locura y frenesí, sus amigos son más importantes que sus propios hermanos, los profesores son enemigos acérrimos o héroes silenciados, los cantantes de sus grupos favoritos son tótems a los que venerar, sus pelos son el tesoro más preciado, sus tendencias de moda son incompresibles y sus prendas son solo intercambiables por sus “amigos de sangre”,… y así podríamos seguir sin parar, porque lo que para ellos hoy es un problema de Estado Mayor y supone una crisis más importante que “el crack del 19”, a los dos días es una historia del pasado que tampoco tenía tanta importancia.
Donde hoy no les importa llegar 4 horas tarde por haber ayudado a su amiga a la que había abandonado su novio y estaba a punto de ahogarse en la más profunda de las melancolías, a las dos semanas resulta que esa amiga es una desagradecida porque ahora está tonteando con su propio noviete. Elimínese la palabra “desagradecida” y añádase la palabra malsonante que ustedes quieran.
Ser padre de un adolescente en ocasiones, en muchas ocasiones, es más estresante que gestionar el cierre del mercado asiático coincidiendo con la apertura de los mercados americanos.
Sin embargo, si usted se ve reflejado en esas dinámicas en casa, podría ser un buen indicador de que su hijo está atravesando una crisis evolutiva sana. Bien pensado, usted debería estar satisfecho porque “las cosas van bien”.
Hay dos escenarios que como padres tenemos la responsabilidad de saber detectar y analizar como medida de prevención del inicio de una crisis involutiva, cuando hablamos de estos asuntos de las pasiones adolescentes.
Ser capaz de detectar cualquiera de estos dos escenarios será fundamental para entender que su hijo necesita ayuda. Ser capaz de comprender que no se encuentra en ninguno de ellos será importantísimo para centrarse en “disfrutar” la montaña rusa de la adolescencia. Recuerde que cuando uno se hace mayor ya le empiezan a dar pereza las montañas rusas con lo divertidas que son.
LA TENDENCIA SUPERLATIVA
Este escenario es muy fácil de detectar y es aquel en el que cualquiera de las situaciones descritas al inicio se extrapolan hasta su máximo potencia, hasta el punto de que se convierten en peligros para ellos mismos y para las personas que forman parte de su familia. Por lo tanto, no se trata de adolescentes apasionados, sino más bien gravemente desajustados.
Con ejemplos se puede entender mejor:
Cuando se enamoran pierden cualquier tipo de autonomía y se muestran totalmente dependientes del “ser amado” incurriendo en ocasiones en relaciones violentas. Establecen vínculos y alianzas con sus amigos que les ciegan la capacidad de analizar la conveniencia o no de su influencia, se convierten en seguidores y no son capaces de ponerse a ellos mismos por delante en la lista de prioridades. Nunca aprecian aspectos positivos de sus profesores o centro de estudios. Los problemas de sus amigos y de sus parejas son tan exagerados que sencillamente les causan daños físicos o psicológicos a ellos mismos. De manera constante parece que atraen los problemas como un imán, no hay una semana en la que no ocurra una desgracia o situación de máxima urgencia.
En este escenario no podemos hablar de una adolescencia exagerada en sus pasiones, debemos especificar y hablar de unas dinámicas perjudiciales y dañinas para nuestro hijo adolescente. Esta una señal, sin ninguna duda, de que necesita ayuda.
AUSENCIA DE NIVELES MÍNIMOS DE PASIÓN
Este otro escenario es mucho más difícil de identificar inicialmente, pero desde luego puede llegar a ser más perjudicial que el primero, aunque parezca todo lo contrario.
Adolescentes que literalmente se encuentran aburridos todo el día. Lo único que hacen es dar rienda suelta a su único amigo, el mejor ladrón de tiempo que se llama “móvil”. Solo habla con su amigo “el móvil”, solo se divierte o eso cree él con su amigo “el móvil”, solo se emociona con su amigo “el móvil”. En estos casos, los padres tienden a pensar que su hijo tiene “adicción” al móvil, pero de verdad, siendo realistas no se trata de eso en la inmensa mayoría de los casos. Se trata de una pérdida absoluta de pasión por ninguna cosa.
Aquí hay un problema mucho más profundo del que pudiera parecer y es precisamente por ello, por lo que se tarda muchísimo más en reaccionar y en buscar ayuda.
Sin embargo, comparto un secreto con usted: En la mayoría de las ocasiones las únicas personas que tienen la llave para desatascar esa situación son ustedes, los padres.
6 cuerdas, 7 notas, 29 letras, Okinawa y una esfera.
La guitarra, la música, la literatura, el kárate y una pelota de fútbol.
Literalmente esos 5 elementos me salvaron en la adolescencia.
Fueron mi tabla de salvación cuando la desidia estrangulaba a otros de mis conocidos y se ahogaban en dinámicas menos afortunadas. La guitarra me secuestro horas y horas y horas encerrado en mi habitación, la música me transportaba de un lugar a otro por la calle sumida en una quinta dimensión, los libros llenaron tantos y tantos momentos de angustiosa espera, la filosofía del kárate me abrió la mente y me inculcó respeto, el dichoso balón me enseñó a perder una y otra vez. Amaba esas 5 pasiones, incluso con locura.
Hoy en día, la única tabla de salvación fictícea es el “móvil” para los adolescentes, pero es una trampa. No se trata de pautar las horas de uso de las pantallas, se trata de acompañar, animar, orientar, motivar, seducir, presentar, introducir, en definitiva se trata de emocionar a nuestro hijo adolescente hasta que sea él mismo quien encuentre su pasión.
¿Tiene usted pasiones?
En Okinawa, a 7 de noviembre de 2021.
Dedicado a “la sala de espera” en la que pasé tanto tiempo leyendo, escuchando música, analizando partituras, repasando katas y soñando goles.
Recomendación: Una furtiva lacrima, “L´elisir d´amore”. Gaetano Donizetti.
Foto: Una de mis secuestradoras.