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Utilice el sentido del humor.

Los dos motores fundamentales que mueven la vida de un adolescente son el amor y las risas.

En este episodio 34 quiero incidir en el concepto “Sentido del humor” dentro de casa y, al igual que con el amor, creo estar en el deber de especificar a lo que me refiero.

Pocas cosas más bonitas habrá que la sonrisa sincera de su hijo mirándole a usted.

Hace tiempo, da igual cuánto, llamé a mi amigo Jacobo y concretamos cuándo y dónde me iba a hacer las fotos de las que posteriormente saldría la foto del apartado «biografía del autor» de mi libro.

Si lo tiene en casa, abra la portada y ahí puede ver esa foto.

Compartimos una mañana estupenda. Chispeó un poquito, pero nuestro talante era extraordinario; el viento tiró al suelo de la calle uno de los focos, pero nuestro ánimo era excelente. Ni siquiera, cuando me contó que la última vez que utilizó ese foco había sido con Aragorn (hijo de Arathorn, heredero de Isildur) consiguió ponerme más nervioso de lo que ya estaba.

La sesión se desarrolló a la perfección por dos cuestiones.

  1. Porque los supuestos técnicos eran los idóneos. A saber: el material y la calidad del profesional.
  2. Porque existía complicidad entre ambos, aderezada continuamente por ese sentido del humor que nos une y que hace que nos admiremos.

Las fotos que ve en la cabecera de este escrito son precisamente eso: fases de la sesión de fotos, en las que para conseguir una cara de mayor seriedad, era necesario que previamente se dieran momentos de relajación (Traduzca la anterior frase al contexto familiar). El humor, es quizás, la herramienta fundamental y más secreta que existe.
A menudo, nos olvidamos de ella y así nos va.


Cuando pasan los días de la semana en nuestra casa, cuando la convivencia con nuestros hijos adolescentes se hace casi insoportable, cuando ya no sabemos qué más hacer, suele suceder que nos olvidamos de ese elemento indispensable: El sentido del humor.

A continuación, quiero desarrollar una breve justificación. Aunque el episodio de hoy trata sobre el sentido del humor no caeré en el error de realizar bromas fáciles. De hecho, no tiene nada gracioso hablar de «Sentido del Humor» si se persigue la elegancia y calidad en el contenido.


Los dos motores fundamentales que mueven la vida de un adolescente son el amor y las risas.

Así de simple, así de sencillo.

El adolescente busca amor. Amor romántico de una chica o chico del que se han enamorado, amor erótico, amor sexual, amor de sus amigos y amor de su familia. El adolescente busca “echarse unas risas”. Nada más. De verdad, no busque mayores explicaciones porque no existen, cuando su hijo queda con amigos, casi nunca existen planes definidos, les da igual, no les importa porque lo único que quieren es “echarse unas risas” sin tener que mirar el reloj. Eso es todo.

Y entonces cuando el adolescente llega a casa, de repente se eliminan de un plumazo esos dos conceptos prioritarios para él. Ya no ve amor, solo discusiones sobre sus obligaciones. Ya no ve risas, solo caras serias y aburridas de sus padres y hermanos.

Siempre fundamento gran parte de mi mensaje en “El Amor”, si usted me ha leído o me ha escuchado comprobará que invierto gran parte del tiempo en detallar ese amor, que no se trata de “amor como palabra barata” sino todo lo contrario, expresar y sentir amor por un hijo puede ser ciertamente complejo.

Hoy, en este episodio quiero incidir en el concepto “Sentido del humor” dentro de casa y, al igual que con el amor, creo estar en el deber de especificar a lo que me refiero.
Comienzo por lo que no es.

No se trata de ser un payaso.
No se trata de ser colega del hijo.
No se trata de aprenderse chistes.
No se trata de forzar el humor.
No se trata de reírle sus gracias.
No se trata de intentar ser quien no se es.
No se trata de quitar hierro al asunto.
No se trata de ser gracioso en momentos que no tocan.
No se trata de ser cómico profesional.

Se trata de entender y recordar que nadie quiere estar con nadie que es aburrido todo el tiempo. Ni serio día tras día. Se trata de visualizar que la vida también está compuesta por felicidad y alegría, se trata de descubrirse a uno mismo con ganas de pasar un buen rato, se trata de ser consciente de que aparcar los problemas por unos minutos no solo no está mal, sino que es una estrategia ganadora, se trata de gozar con la sonrisa que se le pone al otro cuando responde a un comentario nuestro, se trata de repartir amor, se trata de acercarse con cariño a quienes queremos. Se trata de establecer un código interno y muy privado que cuando estamos con otras personas solo entendemos nuestro hijo y nosotros. Se trata de llorar de la risa, se trata de que a veces cuando menos te los esperas se te escape una gota de pis con la carcajada provocado por el humor de nuestra familia.

A lo largo de mi trayectoria profesional, he trabajado con los dramas familiares más complejos que se pueda imaginar, con verdaderas debacles familiares, con traiciones imperdonables, con violencia absolutamente incomprensible, con privaciones de libertad muy dolorosas, … sin embargo, siempre he admirado a aquellos profesionales y familias que sabían detectar el momento adecuado para poner un punto de humor. Nunca como mecanismo de defensa o escapatoria, no, ese humor es muy fácil y barato, sino como herramienta que hace florecer el amor.

Solo hay un secreto para realizar esa técnica bien. Haber construido previamente una relación de confianza y amor con la otra persona. Solo así no se confunde el humor con la agresión.
Porque entre la ironía y el sarcasmo hay un paso muy pequeñito.

Trabaje mucho en reforzar la relación de confianza con su hijo.
Sorpréndale con pequeños gestos de humor.
Utilice la ironía pacífica, a los adolescentes les chifla la ironía.
Practique mucho el “humor elegante”.
Alcance la maestría en el “humor inteligente”.

Admire la capacidad creativa de su hijo.
Ríanse juntos.
Pocas cosas más bonitas habrá que la sonrisa sincera de su hijo mirándole a usted.

 

En las escaleras de aquella cafetería, a 28 de marzo de 2022.

Dedicado a mi esposa. Porque con una mirada, nos seguimos riendo igual que aquella noche de hace 23 años.

Recomendación: Ironic. Alanis Morrisette.