Todos sabemos que cuando llega el comienzo de un nuevo año nos proponemos objetivos o propósitos que queremos realizar. Ideas e intenciones que buscan mejorar nuestra vida y que tienen un denominador común: La fuerza de voluntad.
Es probable, que usted en algún Año Nuevo se haya planteado: dejar de fumar, salir a correr, buscar un nuevo trabajo o leer más.
En nuestros años de intervención, a menudo nos encontramos con el deseo común de que el nuevo año traiga por fin la paz y la cordialidad a las casas y a las familias. El deseo y el propósito de tener más paciencia con los hijos, el objetivo, en definitiva, de que nuestra familia sea más feliz este año. Este propósito es importante tenerlo en mente, pero sabemos que plantearse objetivos más concretos y específicos nos ayudarán a conseguir nuestros deseos.
Hay un aspecto que casi siempre pasa desapercibido en las primeras sesiones e incluso meses de toda intervención con familias que presentan problemas en su dinámica. La alimentación de los hijos. Gracias a nuestra experiencia hemos podido contrastar que en la práctica totalidad de los casos de hijos e hijas con problemas de conducta en el hogar, la alimentación está claramente descontrolada.
Podrá encontrar usted numerosos artículos que tratan la alimentación de los adolescentes y hablan de los beneficios de una dieta equilibrada.