Pensar en la pregunta ¿puedo denunciar a mi hijo? es uno de los momentos más dramáticos en la vida de toda madre o padre.
Conocer bien unos principios básicos antes de tomar una decisión, sin duda, será fundamental para poder acercarnos a la mejor respuesta.
¿Puedo denunciar a mi hijo? Solamente leer el título de este artículo con sus palabras claves, denunciar a un hijo, ya genera un importante revoltijo de emociones y sin duda, es una de las preguntas o escenarios más graves y preocupantes a los que se puede enfrentar un padre o madre.
Debido a la relevancia de este artículo que inicio, quiero subrayar que afronto mis palabras con el más profundo respeto por todas y cada una de las situaciones que me propongo describir. Esta vez sí, me expreso desde la base de mi experiencia.
Desde 2005 hasta 2020 he formado parte del conjunto de profesionales que atienden a jóvenes y menores sujetos a medidas judiciales en la Comunidad de Madrid. Más de diez de esos años, he estado específicamente dedicado a los casos de violencia intrafamiliar ascendente.
Ahora además, con apenas unos meses desde que finalicé esa gran etapa de mi vida, empiezo a adquirir otra perspectiva, la de “la distancia”. Verdaderamente me siento capacitado para valorar y tomar la palabra, por lo tanto, en una cuestión tan delicada e importante como es la decisión de presentar una denuncia en relación a las conductas de un hijo. No obstante, no estoy en posesión de la verdad, ni mucho menos, por lo que mi planteamiento y orientaciones son solo eso, una presentación del resultado de la confluencia entre mi experiencia y mis propias teorías de actuación.
A partir de aquí, y siguiendo una de mis premisas básicas, quiero destacar que las conclusiones que usted mismo pueda alcanzar son las que realmente merecen la pena. Yo no conozco la dinámica concreta de su familia, así que por favor, no actúe según lo que pueda leer en este artículo, y me atrevo a decir que ni en ningún otro.
Pare, lea, medite, consulte con expertos, repose, reflexione y entonces decida.
En enero 2021 publico mi primer libro “Cómo prevenir conflictos con adolescentes”. En los últimos capítulos abordo cómo posicionarse y actuar ante situaciones de riesgo o de peligro para nuestros hijos. Ahondo en cómo ser capaces de diferenciar ambos escenarios, así como identificar adecuadamente situaciones de emergencia. En esos capítulos espero poder responder a preguntas que a menudo quedan enmudecidas, así como espero aportar información sobre la batería de recursos públicos y privados a los que se puede solicitar ayuda. Por ello, no insistiré en estas cuestiones.
Hay cuatro circunstancias fundamentales y absolutamente de carácter inicial que usted debe tener en cuenta si en algún momento se ha planteado la pregunta de ¿puedo denunciar a mi hijo? Creo firmemente que tenerlas claras e identificadas, es el primer paso para empezar a reflexionar y alcanzar las conclusiones individuales que le ayudarán a actuar de la mejor manera posible.
LA PRIMERA parte de la siguiente premisa: La acción y decisión de denunciar a un hijo debe estar respaldada por una trayectoria de intervención familiar desde distintas perspectivas. Lo ideal, lo idóneo, la respuesta menos lesiva siempre parte de una primera intervención familiar desde otros ámbitos. Si esas intervenciones no han dado los resultados deseados o si, incluso siguiendo activas, no se progresa, entonces sí pudiera ser interesante plantearse esta decisión, siempre y cuando se cumplan los requisitos de la siguiente circunstancia.
LA SEGUNDA es que en España, (país desde el que escribo este artículo y en el que resido) existe una Ley de Responsabilidad Penal del Menor, la llamada 5/2000 que delimita claramente la edad en que los menores en España empiezan a ser responsables de sus conductas y actos desde un punto de vista penal. Esta edad se especifica y sitúa en los 14 años. Esto quiere decir que si un hijo o hija comete una acto supuestamente delictivo a los, por ejemplo, 13 años y 3 meses, no obtendrá (en líneas generales) una respuesta judicial. No puede ser juzgado desde el ámbito penal por ese acto. Si lo comete a los 14 años y 2 semanas, por ejemplo, sí puede ser juzgado. No obstante, usted siempre puede presentar una denuncia contra una persona menor de 14 años, pero debe tener en cuenta que la respuesta que encontrará no será la judicial o penal. En otro contexto, podríamos ahondar sobre qué consecuencias se dan en estas circunstancias, si usted lo ve interesante, por favor, no dude en contactarme y proponerme esta inquietud, estaré encantado de poder desarrollar otro artículo si así es deseado. Finalmente, y aunque resulte una obviedad debo destacar que solamente debemos denunciar a un hijo o hija o familiar, (en este caso a un hijo de más de 14 años) si usted cree que ha cometido o presentado conductas delictivas. Es decir, solamente si usted cree que ha cometido un delito. Si no, en términos generales, no tiene sentido presentar una denuncia. Deben seguirse otros caminos.
LA TERCERA es que teniendo en cuenta y dando por aceptado que ambas circunstancias ya están claras y que, por tanto, estaríamos en un supuesto en que el hijo o hija tuviera ya más de 14 años y que hubiera cometido conductas o actos delictivos, la respuesta que debe buscar o perseguir una “posible denuncia” tiene un fin primordialmente reeducativo, con un segundo plano intrínsecamente punitivo asociado al espíritu de la denuncia. Es decir, lo que nuestra denuncia debe buscar es una actuación por parte de las autoridades correspondientes que aporte una respuesta reeducativa, pero sin dejar de tener en cuenta que pudiera llegar a privar de libertad a nuestro hijo o hija. Por lo tanto, el primer objetivo de denunciar a un hijo debiera siempre ser el de buscar ayuda para ese hijo y para la familia. Ayuda que no hemos podido encontrar previamente.
LA CUARTA es que una vez se ha tomado la decisión de presentar una denuncia, se inicia un proceso de instrucción judicial que en el peor de los casos puede ser más largo de lo deseado y en el que los padres se tienen que enfrentar a situaciones y episodios potencialmente desagradables. Si usted ha tomado la decisión de iniciar este proceso, verdaderamente mi orientación es que debe estar comprometido con dicha decisión y continuar el proceso hasta el final. “Echarse para atrás” por las mil y una argumentaciones de peso a las que se irá haciendo frente, tan solo acarrea repercusiones más negativas en las conductas de su hijo. De nuevo, planteo esta orientación con el debido respeto y manifestando mi punto de vista en relación a una amplia generalidad, pero no es menos cierto que mis palabras vienen argumentadas desde la experiencia.
Una vez tenidas en cuenta estas cuatro premisas a raíz de plantearse la pregunta de ¿puedo denunciar a mi hijo?, veo fundamental destacar las siguientes palabras, que verdaderamente emanan desde mi corazón. El sistema judicial de menores en España es ciertamente desconocido para el gran público, en un punto afortunadamente deberíamos aceptarlo, claro. Yo conozco profundamente el centrado en la Comunidad de Madrid y puedo confirmar que el objetivo número uno y por el que sus profesionales trabajan día a día, sin descanso, es favorecer el desarrollo personal de esos chicos y chicas sujetos a medidas judiciales. El conjunto de profesionales, es un grupo humano que solamente busca ayudar a esos menores, a sus familias y por consiguiente a la sociedad en general. Se enfrentan a situaciones verdaderamente dramáticas y adoptan en numerosas ocasiones decisiones difíciles de entender en el momento específico.
La presión a la que están sometidos les convierte en verdaderas heroínas y héroes silenciados de nuestra sociedad.
Solamente continúan desempeñando su labor porque la satisfacción que un profesional de este sector encuentra en el abrazo sincero de un chico o chica tras tiempo de intervención y que ha sido capaz de progresar gracias a ese educador, psicólogo, psiquiatra, técnico, … supone una recompensa indescriptible. No estamos hablando solamente de llevar a un hijo ante el juez. Es mucho más profundo el camino a recorrer.
Lo harán mejor o peor, se equivocarán, pero no le quepa duda de que todo el interés y empeño de esos profesionales es ayudar a su hijo o hija. Aunque parezca difícil de creer, en un porcentaje asombrosamente alto esos hijos e hijas crean un vínculo muy especial con todos esos profesionales de referencia.
Denunciar a un hijo es una decisión extremadamente difícil de tomar, de las más difíciles de su vida. No la tome simplemente por leer artículos como este, reflexione y asesórese bien, de manera individualizada. Esa es la clave, contar su caso concreto a los profesionales especialistas. Desde ahí sí encontrará una buena solución.
Cáceres, 14 de diciembre de 2020.
Dedicado a mis siempre compañer@s: Herme, Lorena, Noelia, Miguelón, Lydia, Laura, Marta, Colombina, Laura Jo, Raquel, Laura Mé, Marta, Cari, Elisa y Bea.
Recomendación: Wolfgang A. Mozart. «Requiem». K. 626.