Mi hijo no tiene disciplina es un problema que, más allá de lamentaciones y resignaciones, debería provocar una profunda reflexión. Este escenario podría esconder mayor gravedad de la que aparentemente parece a primera vista.
En este Episodio 12, le propongo reflexionar sobre el concepto de la disciplina.
¿Se imagina que usted un día se acuesta a las 23:30 pm y al día siguiente a las 18:00 pm y al día de después a las 5:30 am? La realidad es que usted viviría en el caos.
Estamos organizados en base a la Disciplina de nuestro ritmo biológico, así como al ritmo de nuestra edad y etapa vital.
Cuando hablo con adolescentes no uso la palabra Disciplina hasta que la intervención está en una fase avanzada o cuando la confianza ya está establecida. A veces pasa mucho tiempo hasta que ese escenario se da. A veces no ocurre nunca, pero hasta que ese momento llega siempre hago referencia a conceptos como:
Este último aspecto es sencillamente fundamental porque ayuda a su hijo poco a poco a planificar su vida. Primero a muy corto plazo, luego a medio y como ya ha adivinado, finalmente planificar a largo y muy largo plazo.
En los últimos tiempos se ha escrito y hablado mucho sobre el término de disciplina. He de confesar que no he leído ni mucho menos la mitad de lo que hay publicado, supongo que sería una tarea inabarcable o al menos extensa. Disciplina Positiva es un término que me gusta mucho y que está muy en auge. Sin embargo, considero que sigue siendo muy necesario reflexionar sobre el concepto de disciplina en su más amplio significado.
En el mismo momento en que explicitamos el término de Disciplina Positiva ya estamos evidenciando que debe existir un antagonista, que en este caso fácilmente supongo que será Disciplina Negativa. Desde mi humilde punto de vista no estoy seguro de que esos dos adjetivos calificativos supongan un añadido con el que el término gane en acepciones.
Ante esta situación de encontrar el significado real de la palabra, el primer recurso en el que hay que buscar sería en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Ahí, a simple golpe de click descubrimos al menos cinco acepciones y encabezando la lista aparece esta barbaridad: “Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”. Me refiero a “barbaridad” desde una perspectiva positiva, porque a ver ahora quién se atreve a debatir sobre la “moral”. Quizás, con el paso del tiempo ha habido una gran confusión al trasladar cierta connotación del cuarto significado propuesto en la citada fuente: “Instrumento, hecho ordinariamente de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canalones son más gruesos, que sirve para azotar”. Efectivamente, ha leído usted bien, “…que sirve para azotar”.
De esta pequeña trampa que planteo, del juego de connotaciones, es de donde quizás pueda surgir la idea o debate que quiero plantear.
Desde hace tiempo, cuando en nuestras conversaciones o disertaciones coloquiales hacemos uso del concepto “disciplina” veo que existe una marcada connotación negativa o incluso peyorativa. “¡Menuda disciplina que tienen en el colegio de mi hija!”
Sin embargo, yo creo que la disciplina es algo bueno por sí mismo, incluso muy bueno. Fíjese que siempre que he utilizado el término en mi labor profesional he querido plasmar la idea desde un planteamiento de conceptos con los que todo ser humano debería estar de acuerdo:
Constancia
Perseverancia
Esfuerzo
En mi continuo acompañamiento de jóvenes y adolescentes, siempre o casi siempre hablar de disciplina era entrar en un mundo de tinieblas y de resistencias. Básicamente existe un rechazo inmediato. Pero no por miedo a las consecuencias negativas de la disciplina, sino más bien por miedo a no ser constante. El adolescente suele tener miedo al fracaso, mientras que el adulto (o la mayoría de ellos) sabe que el fracaso es parte del proceso de crecimiento.
Sin embargo, cuando la disciplina está presente en la vida de un joven o adolescente, lo que llegan a conseguir es sencillamente asombroso. Piense en un joven que está estudiando en el conservatorio de música. O en un joven que dedica sus tardes al desarrollo de una actividad deportiva con conciencia de crecimiento. Piense en un joven en otra circunstancia distinta, que no requiera tanta especialización, pero que sin embargo tenga en la disciplina un requisito indispensable, por ejemplo en el compromiso de participar en un voluntariado. Disciplina a cambio de aparentemente nada. Cuando la disciplina está enfocada desde el concepto de “Compromiso con uno mismo” es cuando se posiciona como uno de los principales motores de nuestras vidas.
Piense en la labor fundamental que desempeña la disciplina en estas muy diversas y distintas situaciones:
Cuando trabajo con familias, siempre es fundamental en algún momento hablar de Disciplina. Cuando un adolescente o joven presenta problemas de conducta o de actitud, uno de los distintos factores que pueden ayudar a explicar estas situaciones es la falta de disciplina.
Por lo tanto, yo prefiero orientar el debate general a analizar si nuestro hijo o hija adolescente tiene interiorizado en su interior unos mínimos conceptos de disciplina y mejor aún, si tiene o dispone de “experiencias satisfactorias de disciplina”.
Disfrutar o no de estas experiencias es un elemento a analizar muy relevante. Básicamente me estoy refiriendo a hijos e hijas que tienen “hábitos”. Todos sabemos que solo hay una manera de establecer los hábitos y es con una disciplina ajustada. Es decir, con un compromiso consigo mismo de querer mantener en el tiempo tareas o rutinas que al final aporten alguna recompensa concreta.
No se trata de alejar la Disciplina, ni siquiera en convertirla en algo que no es. La Disciplina es dura, pero nos guía por un camino sano. Cuando un hijo está presentando conductas desajustadas, iniciar un proceso de trabajo de Disciplina puede ser un elemento clave, pero la mesura será la pista con la que sabremos que estamos acertando.
Un adolescente que no es capaz de mantener un mínimo nivel de disciplina es un joven que no está equilibrado y con sus acciones está lanzando un grito al vacío para que alguien pueda ayudarle a instaurar una disciplina que le equilibre, que le calme, que le estabilice.
De acuerdo, pero ¿Cómo ayudo a mi hijo a instaurar la disciplina?
La única respuesta es esta: Muy poquito a poquito, pero con paso firme y constante. No intente acelerar. Favorezca y propicie experiencias de su éxito en su hijo y él ya hará el resto.
Okinawa, 11 de febrero de 2021.
Dedicado a Pablo, mi maestro de Karate Wado Ryu.
Recomendación: Hallowed be thy name. Iron Maiden.